miércoles, 10 de abril de 2024

ESTOFADO DE CARNE DE CERDO EN OLLA RAPIDA


Ingredientes 

1 kg de carne de cerdo en dados. Si puede ser de aguja de cerdo o cabezada (la parte del lomo de cerdo más próxima al cuello)
1/2 litro de caldo de carne.
200 ml. de vino tinto.
2 patatas.
2 o 3 zanahorias.
1 cebolla.
100 gr de salsa de tomate.
50 gr de guisantes.
2 dientes de ajo.
1 hoja de laurel.
Aceite de oliva.
Sal y pimienta.

Elaboración

Estofar es una forma de cocinado que nos permite disfrutar de unos platos siempre ricos, y si además, somos de los que le gusta darle un repaso final al plato con un trocito de pan, ya está todo dicho. No es lo mismo trocear unas verduras, y hervirlas que cortarlas con mimo para conseguir el grosor justo de cada rodaja. Si limpiamos bien la carne para eliminar los nervios y la grasa, y tenemos la suficiente la paciencia de dejar que cada ingrediente se cocine para sacar al máximo su textura y su sabor, el resultado final será algo más que un simple plato de carne con verduras.

El modo en que la cebolla carameliza y se fusiona con los azúcares del vino, la carne suelta sus jugos y la patata libera el almidón, engordando definitivamente el conjunto, nos ofrece un resultado único.

Yo he hecho el paso a paso en la forma tradicional, pero luego lo he terminado en la olla rápida. El resultado no ha podido ser más rico. La salsa engordó lo suficiente para quedar melosa y apetitosa y no quedó resto en ningún plato.

Elaboración

Empezamos troceando la cebolla bien finita. No vamos a pasar la salsa, así que quedando muy pequeña, después no vamos a encontrarla.

Pelamos y cortamos en rodajas la zanahoria, en rodajas no muy finas, porque queremos que se noten y se vean en la salsa.

En una olla rápida marcamos la carne de cerdo cortada en tacos a fuego vivo. Así que ponemos en la olla un chorro de aceite, la carne y salpimentamos.

Cuando la carne esté marcada (que no hecha) la retiramos a un plato y aprovechamos el aceite que vamos a utilizar para hacer el sofrito.

Incorporamos a la olla la cebolla y la zanahoria cortadas. Sazonamos y ponemos a sofreír a fuego medio. Cuando esté a medio hacer, añadimos los dos dientes de ajo enteros.

Cuando veamos que la cebolla empieza a dorarse, añadimos el vaso de vino tinto. Dejamos hervir unos minutos para que se evapore el alcohol u agregamos la salsa de tomate.

Con este fondo hirviendo a fuego bajo, añadimos la carne de cerdo y el jugo que habrá soltado.

Incorporamos la hoja de laurel y el caldo de carne y llevamos a ebullición.

Tapamos la olla y, lo dejamos cocinar 25 minutos desde que se levante la válvula.

Pasado el tiempo, despresurizamos y destapamos la olla. Es el momento de incorporar las patatas chascadas. Volvemos a cerrar la olla y dejamos que las patatas se cocinen durante 3 minutos desde que suba la válvula.

Volvemos a despresurizar y destapamos. Añade los guisantes (los míos eran congelados) y retiramos la hoja de laurel. Dejamos hervir a fuego medio durante otros 3 minutos.

Cuando veamos que la patata está a punto, ha llegado el momento de retirar la olla del fuego y servir.

Dejamos reposar unos minutos para que la salsa coja la textura ideal y la temperatura sea la adecuada para el consumo.

Tened en cuenta que en cuanto más tiempo dejemos estofar la carne, más tierna va a estar.

Este es uno de esos platos ganan mucho de un día para otro, pero mejor si no lo congeláis con la patata no es conveniente es que lo congeles con la patata. Podéis congelar una parte sin ella y cuando lo descongeléis añadir la patata.


MIGAS DEL PASTOR


Las migas, son una preparación culinaria de España y Portugal habitual a la hora del desayuno de la gente que se dedica a la trashumancia, a pueblos nómadas. Se elaboran principalmente con pedazos de la miga de pan acompañados de papada de cerdo o panceta y algo de chorizo.

Las migas posiblemente tengan su origen en el tharid musulmán un plato cuyos ingredientes eran pan candeal, no ácimo, al que se le añadía líquido, grasa animal y productos cárnicos tan apreciado en la cocina andaluza. En los territorios cristianos de la reconquista se elaboraba con pan, y se le acompañaba con pequeñas porciones de grasa de cerdo frita (torreznos) para distinguir a los comensales como cristianos viejos. La preparación se ha extendido con el devenir de los tiempos a lo largo de toda la península ibérica.

Antaño eran parte de la alimentación cotidiana (generalmente servidas como desayuno), poco a poco se han ido transformando en un plato de frecuencia semanal. Su uso ha pasado desde una elaboración fundamentalmente pastoril a plato de tasca y fonda.

Desde finales del siglo XX es frecuentemente elaborado y servido como una tapa en los bares de algunas zonas, perdiendo su entorno típicamente rural. La popularidad del plato en ciertos lugares de la cocina española hace que se celebren concursos anuales de elaboración y degustación de migas a lo largo de la geografía, generalmente en ocasiones de festividad. Se sirven por regla general calientes, pudiendo ser ellas mismas un plato o un acompañamiento.

Son un plato indicado para cuando el frío arrecia y para facilitar la digestión, nada más saludable que ponerse un buen calzado y caminar, caminar por nuestros campos españoles con tantos matices, y tantos olores a tomillo y romero, que da el inicio de la primavera.

De las migas nos habla Camilo José Cela en su delicioso “Viaje a la Alcarria”

“Por la plaza de la Hora se pone el sol. Enlutada una señora vela al señor. Suena triste una campana con suave amor. Por el cielo de Pastrana vuela el azor”

Ingredientes

1 pan de pueblo de dos o tres días de antigüedad
1 trozo de panceta
1 trozo de chorizo (yo le puse poco, por aquello de hacerlas más ligeras, pero va en gustos
1 cucharadita de pimentón dulce (opcional)
4 dientes de ajo

Para acompañar las migas, podemos servirlas con unos huevos o unas uvas, aunque sin nada están buenísimas

Elaboración

La víspera, cortamos el pan en pequeños trocitos, a pellizcos y depositamos en un bol amplio. Rociamos con agua, y tapamos con un paño húmedo. He indicado rociar, no empapar, se trata de humedecer las migas, no de mojarlas.

Al día siguiente ya, ponemos en la sartén la panceta de cerdo cortada en trozos, con los ajos. Retiramos los torreznos y los ajos cuando estén fritos.

Freímos el chorizo en este mismo aceite, y los retiramos. Yo no he utilizado el pimentón, el chorizo de León le da ya el sabor y el color necesario.

A continuación, añadimos los trozos de pan, ponemos de nuevo en el fuego, e ir dando vueltas hasta que se doren. Esto depende del pan: si es muy recio y poco jugoso, igual hay que añadir un par de cucharadas de agua, para que estén jugosas. Yo no lo hice, me gusta que queden crujientitas.

Cuando estén doradas, añadir de nuevo los ajos, y servimos inmediatamente. No admiten mucha espera.

No acompañé ni con uvas ni con huevos, el plato es en si mismo, absolutamente contundente. De esos platos ricos pero que no son precisamente ideales para una dieta saludable. Es, al menos en nuestro caso, un plato de capricho y una excepción. Están muy ricas…pero como expliqué en un principio, es un plato pensado para gente que trabaja fuerte.




BACALAO CON TOMATE


Ingredientes

1 kg bacalao desalado (6 lomos)
3 pimiento verde
1 kg tomate frito casero
150 g harina
Sal
Aceite de oliva

Elaboración

Lavamos los pimientos, retiramos los tallos y las semillas y los troceamos en tiras.

En una sartén con aceite caliente confitamos los pimientos. Primero con fuego suave y cuando están blandos subimos el fuego para que se doren ligeramente. Reservamos.

Pasamos los lomos de bacalao por harina y los sellamos ligeramente en la misma sartén donde cocinamos los pimientos.

Deben quedar jugosos por dentro. El bacalao excesivamente hecho pierde toda su gracia.

En otra sartén ponemos el tomate frito. Cocinamos con fuego muy suave. Cuando comience a hervir incorporamos el bacalao, cubrimos con la salsa y colocamos los pimientos encima. Continuamos la cocción unos 6 minutos más, con la cazuela tapada.

El tiempo puede variar en función del grosor del pescado.

BIZCOCHO DE ZANAHORIA Y NUECES EN THERMOMIX

 
Hace tiempo que tenía ganas de hacer este bizcocho. Por lo general todos los bizcochos a los que se les pone hortalizas como la calabaza, el calabacin o similares siempre me han resultado jugosos y ricos. Hoy ha sido el día, y he de decir que es de los más ricos que he probado. Mucha gente le pone una glasa y lo convierte en una tarta, bajo mi punto de vista, no lo necesita en absoluto, es muy jugoso, no necesita ningún plus. El resultado es más de una tarta que de un bizcocho, genial para tomar con un café a media tarde o como postre.

Ingredientes

400 g de zanahorias peladas y en trozos
225 g de azúcar
125 g de azúcar moreno
4 huevos grandes
240 g de aceite de girasol
2 cucharaditas de vainilla líquida
240 g de harina de repostería
2 cucharaditas de bicarbonato sódico
1 cucharadita de levadura química en polvo
1 cucharadita de canela en polvo
½ cucharadita de sal
100 g de nueces picadas
1 cucharada de azúcar glas para espolvorear

Elaboración

Precalentamos el horno a 180º. Forramos con papel de hornear la base de un molde desmoldable de 24-25 cm de diámetro y engrasamos las paredes con mantequilla o antiadherente para bizcochos.

Troceamos las nueces.

Reservamos.

En el vaso de la Thermomix ponemos las zanahorias y programamos 10 segundos, a velocidad 5. Con la espátula, bajamos los restos que hayan quedado en las paredes y tapa del vaso hacia las cuchillas y programamos 5 segundos más, a velocidad 5. Con la espátula, bajamos de nuevos los restos que hayan quedado en las paredes y tapa del vaso hacia las cuchillas.

Añadimos el azúcar, el azúcar moreno, los huevos, el aceite de girasol y la vainilla. Programamos 30 segundos, a velocidad 4.

Agregamos la harina, el bicarbonato, la levadura, la canela y la sal. Programamos 10 segundos, a velocidad 4.

Incorporamos las nueces picadas y mezclamos todo con la espátula, mediante movimientos envolventes.

Vertemos en el molde reservado y horneamos durante 60 minutos, a 180º, o hasta que al pinchar con un palillo en el centro del bizcocho, éste salga limpio.

Retiramos del horno y dejamos que temple durante unos minutos. Desmoldamos y dejamos sobre una rejilla hasta que enfríe completamente.

Espolvoreamos azúcar glas por encima, partimos en porciones y servimos.




miércoles, 13 de marzo de 2024

CENA SALUDABLE PARA CUALQUIER DÍA


Lo más habitual para cenar en casa es que tomemos pescado, algún día huevos, pero a lo sumo un par de días a la semana, bien en tortilla o rellenos de formas diferentes. La cuestión es ir cubriendo con comidas saludables las necesidades alimenticias, pero cambiar también es necesario, y por eso preparé esta cena diferente.

Tenia en la nevera queso ricotta que estaba a punto de caducar y busqué en la red, diferentes formas de emplearlo. Encontré esta receta que me pareció maravillosa porque incluía todo lo que me gusta, vegetales crudos, aguacate, tomates y una novedad, semillas de chía. Nunca las había incluído en la dieta, así que he buscado en la red sobre sus cualidades porque es uno de esos ingredientes de cuyas bondades se habla mucho, y si. Esto es lo que encontré:

Estas semillas, procedentes de Centroamérica, tienen una serie de propiedades y beneficios que son un excelente motivo para incorporarlas a nuestra dieta habitual.

Gracias a las semillas de chía el organismo eliminará toxinas y líquidos. Además, contribuyen a regular la flora intestinal y a frenar el proceso de oxidación celular. Por tanto, es un alimento que no solo regula ciertas funciones o procesos corporales, sino que también ayudará a sentirnos saludables por dentro y por fuera.

Contiene propiedades antiinflamatorias, por lo que su consumo puede aliviar de forma notable el dolor que sufren las articulaciones con el paso del tiempo. No obstante, no ayuda a frenar su desgaste.

Las semillas de chía aportan una gran cantidad de fibra y energía. Pero, además, son muy ricas en proteínas, por lo que son buenas si pretendemos ganar masa muscular .

Ayudan a controlar el sobrepeso y a no picar entre horas

Su alto contenido en fibra permite regular el sistema digestivo y controlar la sensación de saciedad.

Si consumimos estas semillas previamente hidratadas, su poder saciante es muy elevado. Además, los nutricionistas aconsejan comer la chía en el desayuno para aprovechar la energía que aporta y que nos permitirá estar activo durante gran parte del día.

Una buena alimentación es fundamental para tener energía durante todo el día. Parte de esa falta de energía puede derivarse de no consumir la cantidad de azúcares que el organismo necesita. De hecho, contienen más proteínas y potasio que casi cualquier verdura. Además, sus azúcares son de absorción lenta.

El omega 3 es un ácido graso cuyas propiedades son de gran ayuda en diferentes procesos. Por ejemplo, refuerza el sistema inmunológico, el sistema nervioso central, mantiene la piel brillante e hidratada…

La forma más habitual de consumirlo es mediante el salmón, pero las semillas de chía aportan mucho más cantidad de omega 3.

Hemos de tener en cuenta, eso si, que 100 g de semilla de chía aportan 500 calorías, y además hemos de tomarlas con precaución, puesto que un exceso de consumo puede producirnos trastornos intestinales. Se trata de tomarlas como un complemento, no como algo habitual.

Y ahora os cuento lo que preparé para cenar. 

Ingredientes

Pan del día
Mezcla de verduras de ensalada verde
Aguacate
Tomates Cherry
Jamón York
Queso ricotta
Semillas de chía
Aceite de oliva
Vinagre balsámico al Pedro Ximénez

Elaboración

Lo primero que debemos hacer es abrir el pan y ponerlo a tostar ligeramente en el hornillo.
Pasados 3 o 4 minutos (dependerá de la potencia de vuestro hornillo), y sin que se dore demasiado sacamos el pan a un plato y lo regamos ligeramente con aceite de oliva y vinagre balsámico.

A continuación colocamos primero las verduras de hoja, unas rodajas finas de aguacate y los tomates Cherry.
Cubrimos cada trozo de pan con 2 rodajas de jamón de York, queso ricotta y ponemos por encima unas semillas de chía. Ya tenemos una cena rápida y completa con verduras cardiosaludables y proteínas y además de rápida, muy rica.


CREMA DE ZANAHORIAS ASADAS CON RICOTTA


Esta es una receta de mi hija a la que como a mi, le gusta cambiar la forma de elaborar los platos porque con la creatividad en la cocina se consiguen con ingredientes muy sencillos cocinar menús sanos y variados. A mi me ha encantado, estaba buenísima.

Ingredientes (para 4 personas)

500 gr de zanahorias
2 cebollas
2 ajos
500 ml de leche (depende de cómo guste, yo hubiera añadido algo más)
1 cucharadita de cúrcuma en polvo
Aceite de oliva de oliva virgen extra
Sal y pimienta al gusto

Para decorar: ricotta, zanahorias asadas, cebollino y aceite, lo que queramos.


Elaboración

Pelamos, lavamos y troceamos las zanahorias.

Colocamos en una fuente de horno, con las cebollas peladas y en cuarto y los ajos. (La receta original pone una cabeza de ajos, pero en nuestra familia los ajos nos gustan justitos). Añadimos aceite y sal y horneamos unos 35 min a 200ºC, o hasta que veamos que las verduras están tiernas. Los ajos a los 25 min estarán listos y podemos sacarlos.

Trituramos todas las verduras asadas (dejamos unas zanahorias para decorar, si nos gusta) con sal y pimienta al gusto, la cúrcuma y ajustamos la textura añadiendo más o menos leche.

Terminamos sirviendo con un poco de zanahorias asadas, ricotta, cebollino y aceite. A mi personalmente me encanta la ricotta, así que le fui añadiendo a medida que degustaba el plato.

Para mi la ricotta va bien con casi todo; anoche por ejemplo me hice una tostada de pan del día con un chorrito de aceite y unas gotas de crema de vinagre de Módena con una ensalada variada, aguacate, tomatitos cherry, jamón york y queso ricotta con semillas de chía y cené fantásticamente. 

Podemos hacer pasta, postres... lo que queramos porque es un queso que además de ser bajo en calorías y grasa, es una excelente fuente de proteínas. Contiene alrededor de 11 gramos de proteína por cada 100 gramos, lo que lo convierte en una opción nutritiva para aquellos que buscamos aumentar la ingesta de proteínas sin consumir muchas calorías.

viernes, 8 de marzo de 2024

MAGDALENAS DE PUEBLO CON AROMA DE LIMÓN EN THERMOMIX

 
Ingredientes para 24 unidades

250 g de azúcar blanquilla
la piel de 1 limón (sin la parte blanca)
200 g de aceite de  girasol o de oliva suave
*
250 g de leche
3 huevos
375 g de harina de trigo
1 sobre de levadura tipo Royal


* La receta original, pone 250 g de aceite, pero yo procuro siempre reducir las grasas. Os puedo decir que salieron muy ricas. 

Elaboración


Ponemos en el vaso la piel del limón y el azúcar. Programamos 1 minuto, velocidad progresiva 5-7-10.

Ponemos la mariposa en las cuchillas y echamos los huevos sobre el azúcar aromatizado que acabamos de preparar. Programamos 4 minutos, 37º, velocidad 2.

Acabado el tiempo programamos de nuevo 6 minutos, 37º, velocidad 2.

Durante los 3 primeros minutos añadimos el aceite poco a poco sobre la tapadera con el cubilete puesto.

Durante los 3 últimos minutos hacemos lo mismo con la leche.

Retiramos la mariposa.

Añadimos la harina tamizada y la levadura y programamos 2 minutos, 37º, velocidad 3. Si tenemos tiempo, dejamos reposar la masa mínimo 1 hora en la nevera o más o menos según el tiempo del que dispongamos.

Precalentamos el horno a 220ºC con calor arriba y abajo.

Mientras se calienta el horno echamos la masa en cápsulas de magdalena dentro de un molde rígido para muffins. Rellena ¾ partes o un poco más de cada cápsula y espolvoreamos con azúcar la superficie de cada magdalena.

Horneamos a 200º durante 15 o 20 minutos con calor arriba y abajo.

Retiramos a una rejilla y deja que enfríen. Guardamos en cajas herméticas, o si no tenemos, en bolsas de plástico.

Normalmente, cuando hago magdalenas y la receta es para 3 o 4 huevos, doblo las cantidades para aprovechar el calor del horno. Con esta forma de elaboración y estas cantidades, no es posible hacerlo. La masa sube mucho durante la preparación y no hay posibilidad de añadir la harina, salvo que, como yo hice, dividáis la masa y la harina en dos partes y la mezcléis por separado. Como doblé las cantidades, me salieron 48 magdalenas, vamos, para repartir!